Salas de gritos.
Hoy tengo ganas de gritar. De levantarme en la oficina y soltar un grito enorme que deje a todos mirando con los ojos como platos. No entiendo como no se les ha ocurrido a uno de esos tíos tan innovadores que siempre van de guays en las empresas, haciendo chorradas sociales. Todos tenemos la necesidad de gritar algún día a escondidas y desfogarnos. Desde luego no como pasaba con la zumbada de la madre de la amiga de Shin Chan que se ponía a sacudir un muñeco como una puñetera posesa, pero si una pequeña fuente de desahogo.
La verdad es que yo pondría una sala insonorizada en cada planta de edificio de oficinas para poder usarla por derecho un para de minutos al día para cada uno y gritar, cantar, saltar lo que sea que desfogue a uno... (dentro de unos límites... ya te he dicho Carlos que eso de quemar cosas para desfogarse no es normal...).
Ya que en el curro eso es imposible solo me queda subir un poco más el volumen de mi música, y seleccionar esta vez uno de esos grupos que más ayudan a descontrolar como son los airbag, grupo que vi el sábado y concierto en el que lo dí todo como un animal. Saltaba a la marabunta de gente y era expulsado y catapultado a mi sitio de origen. Uno de los grupos del momento con las mejores letras, sobre la vida y demás preocupaciones humanas.
En fin... sigo currando.
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